Sábado, 27 de Abril de 2024

Discos: Un lujo oriental

La cantante uruguaya Giovanna, deslumbra a los oídos más exigentes con su magnífica placa "Tangoxidado".

01-02-2015


Por Sergio Varela

Tiene el pelo color zanahoria, como una marca de estilo inconfundible, casi tan reconocible como el pelo rubio con flequillo de Andy Warhol. Tiene una edad indescifrable, como diría Dalmiro Sáenz: "Esa edad que tienen las mujeres". Un semblante de cantante de rock británica o estadounidense, pero un alma rioplatense de pura cepa. Giovanna Facchinelli, sin lugar a dudas la mejor cantante de tangos del Uruguay (y eso que el vecino país es prolífico en muy buenas voces femeninas del género), es un rara avis que revitaliza a esa música emblemática de este lado del mundo.
Giovanna, como ha decidido denominarse artísticamente para que "dejen de escribirle mal su hermoso apellido", es una artista completa en muchas de sus facetas. Su forma de cantar reúne, como en una buena versión del "Medio y medio" de los "mostradores" del otro lado del Plata, la perfección académica junto con la "garra charrúa" en cada canción que sale de su voz privilegiada. Es mucho más que una cantante, es una intérprete.
Su estilo es parangonable al de la galesa Shirley Bassey; canta con todo el cuerpo, y con el alma también. Dota a los tangos de su vibración original, con un espíritu actualizado y "rockero", fiel al aspecto prostibulario y marginal de sus principios, nada que ver con la decadencia de peluquines teñidos con la que se lo ha maltratado en múltiples y recientes intenciones de momificar esa música vital y esencialmente transgresora.
En su disco Tangoxidado, el título es casi una ironía, porque si algo logra Giovanna, una cantante de voz sutil y a la vez compacta, envolvente, casi hipnótica en sus amplios registros y matices, es desacralizar, quitarle el óxido al tango, el candombe y derivados.
Un repertorio fantástico recorre toda la placa, con sorprendentes perlas del tango creado por compositores uruguayos y una versión sublime de "Giros" de Fito Páez, con el bandoneón del joven pelilargo e iconoclasta Leonel Gasso acompañando casi como una segunda voz.
Una obra maestra del "agente James Bo" de Capusotto: una espectacular cantante de tangos proveniente de la otra orilla, que puede seducir a los oyentes argentinos con un sentimiento de identidad y pertenencia más reconocible que nunca. Como el color de su pelo.

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